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Los Recuerdos Joan Manuel Serrat

jueves, 22 de septiembre de 2011

Amor de secundaria

Era la niña más linda del salón, envidia de las compañeras por bonita, por su hablar demasiado educado para el resto del grupo, por su sonrisa siempre franca, sus calificaciones excelentes... y yo era la envidia de mis compañeros; Por que era su vecino de asiento, su compañero de estudios, de descansos, por que era su amigo, su...

Un día me sorprendió cuando me dijo "Te veo a la hora del descanso atrás de los salones de tercero, que nadie sepa, es muy importante lo que te quiero decir ".
Yo la quería; La quería mucho como amiga, compañera, la admiraba... por supuesto que me gustaba, y algunas veces, soñaba que eramos novios y caminabamos tomados de la mano, soñando, compartiendo nuestro deseo de un mundo mas limpio, mas sano, sin envidias, sin rencores...

Aquella cita me llenó de desasosiego, ¿Para qué quería que nos vieramos en secreto?, ¿Qué podía ser tan importante y misterioso?... Empecé a imaginar; Si quería que le dijera lo que llevaba dentro, pero seguramente se notaba en cada uno de mis actos, si tal vez me reclamaría alguna conversación reciente con otra niña, o tendría problemas en su casa y necesitaba mi ayuda. Tantas cosas que solo me llenaban de inquietud, hasta que llegó la hora, tan deseada y tan temida, y a la postre, tan decisiva en mi vida...

Yo la escuchaba sin hablar, asintiendo con la cabeza cada una de sus afirmaciones, dibujando una sonrisa forzada en mi rostro, alternando mis miradas en sus ojos (sus bellos ojos), el piso, y el cielo... por dentro lloraba, suplicaba, reclamaba, y rabiaba... Por fuera callaba y escuchaba...

Que si un vecino que era muy malo, pandillero y drogadicto, que si la celaba y era muy peligroso para mí, que tenia mucho dinero y amigos y amenazaba con hacerme daño, que ya había golpeado a otros niños de su colonia, que sus padres habían oido rumores de que tenía novio y amenazaban con sacarla de la escuela, que era mejor vernos a la distancia en la escuela que no vernos jamás, que amigos no podíamos ser por que los demás no lo entenderían y siempre pensarían que había algo más, que...

¿Qué le dije? Ya no importa, solo se que sonó el timbre y se fué dejandome una última sonrisa, que no volvió la vista atrás y por eso no vio como lloraba, que nunca más compartimos tareas, asiento ni recreos, que se alejaron para siempre tantos sueños...

Años mas tarde se renaudaron nuestra amistad y mi admiración por ella. Supe que tenía novio, que se casó,
que tuvo hijos... Mas tarde nos encontramos por casualidad algunas veces, ella era felíz y exitosa, y yo le agradecí a Dios su felicidad y comprendí que de alguna manera lo que pasó en nuestra infancia era necesario y sin esa circunstancia tal vez no sería el mismo que ahora soy...